lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulo 3:

Día 12 de Diciembre del año 2013:

Eterno retorno. Podría llamarse así a la cualidad que tenemos las personas de volver a una misma moda o una misma acción que ya hemos hecho en un momento determinado de nuestra vida.

Por ejemplo, hoy he vuelto a coger un mismo cuaderno en el cual escribía mi día a día, hará unos 3 años.

Cada determinado número de años, las personas, volvemos a unas mismas modas marcadas por los diseñadores o creadores, modas determinadas como "vintage" que vuelven a ser las mismas que 50 años atrás.

Igualmente, nosotros, esta necia e intoxicada sociedad, volvemos a repetir lo que nos han determinado, ¡Maravillosa y eterna vuelta a la monarquía absolutista!.

Ahora mi pregunta... ¿Qué somos?. ¿Cómo en el siglo XXI podemos permitir esto?. Tantas revoluciones, tantas muertes... ¿Tanto para esto?. ¿Y podemos descansar tranquilos?.

Bravo señores, bravo. Ahora os preguntaréis ¿Y porqué esta regañina para decirnos esto que ya sabemos?. Ahora es cuando yo, la que está escribiendo con el bolígrafo azul, deja un pequeño hueco en blanco por unos segundos.


Sí, definitivamente, frustración. ¡Volví a caer en la historia de siempre! Me he vuelto a dejar llevar por la compasión y las pocas ganas de luchar cuando algo se me viene encima.¿Porqué? Tanto nerviosismo, dolores de cabeza por una misma razón pasada años atrás.

Da confianza que te llevarás palos, da lo mismo una mirada que una sonrisa, siempre te va a salir muy caro... Maldito destino...

Sí, sí... Ahora me autocompadezco... Pero bien que no hice caso cuando me lo avisaron... Inteligente que eres ¿eh?

- Señorita de la segunda fila.

Poco a poco, nuestra escritora, levanta la cabeza de su papel, se señala con el dedo índice en el pecho como muestra de desconcierto.

- Sí, usted. ¿Tan interesante es mi clase que está cogiendo tantísimos apuntes?.- Hace una ligera pausa viendo que ella se sonroja.- ¿O es que no es una gran maestra del disimulo?.

La clase estalla en una carcajada, ella sonríe viendo la malévola risa de su profesora, deja el bolígrafo en la mesa y hace una pequeña mueca al ver que esta se gira hacia el encerado.

"Visto lo visto, deja de escribir que sí no hoy te la cargas, y suficiente mal trago has pasado ya... Llegaste tarde el primer día, y te tiene en el punto de mira. Cuídate de problemas ¡Por favor!"

- Querría leerlos ahora que ya estamos todos atentos, un fragmento que ha inspirado, a mi parecer, a masa de medio mundo. Es mi fragmento favorito de Romeo y Julieta, del famosísimo escritor William Shakespeare.- Comienza a reírse sin ningún sentido y pronuncia su aclamada frase- Be or not to be...

Sin ningún libro y tan sólo con un brillo en sus ojos comienza a recitar:

JULIETA

Debes marcharte... Ya amanece...
Pero no más lejos que el pajarillo que el rapaz suelta y deja que salte de su mano
-tal prisionero atado por cadenas-
y tira de él, haciéndolo volver, con un hilo de seda, amorosamente, celoso de su libertad.

ROMEO

Quisiera ser yo ese pajarillo.

JULIETA

Amor, también yo, aunque te mataría con excesos.
Buenas noches, buenas noches... Es tan dulce la pena al despedirse que así diría hasta el amanecer.

ROMEO

Repose el sueño en tus ojos, y la paz en tu pecho.
¡Sueño y pecho fuera yo, y en ellos descansaras!
Iré a la celda de mi confesor. He de pedirle
su ayuda y le hablaré de mi fiel encuentro.







jueves, 24 de octubre de 2013

Capítulo 2:

"Vamos... Arriba... El despertador ya ha sonado... Menuda noche..."

Vueltas, vueltas y más vueltas. Sábanas descolocadas. Poco a poco recoge los rescoldos de su cama y se tapa hasta el cuello.

Aún aletargada, observa el armario que está frente a su cama. No piensa en nada, únicamente lo mira fijamente. Por unos segundos posa la mirada en el calendario, todavía no sabe en qué fecha vive.

Respira profundamente, guarda todo el aire que ha llegado a sus pulmones, recordando que hoy tiene muchas cosas que hacer, en ese momento suelta con delicadeza todo el aire que tenía contenido y pega un 
pequeño salto sin demasiada euforia desde la cama.

"Qué pereza... Pues me quedaba tan agustito aquí..." Piensa mientras se muerde el labio de abajo, como señal de deseo. Esboza una pequeña sonrisa y lentamente se dirige al baño para darse una ducha, no sin antes acabar de levantar la persiana y ver cómo las últimas gotas de lluvia de la noche están estampadas contra el cristal, Lorenzo amenaza fuerte esta mañana.

Ahogada como en un vaso de agua, su estómago no la ha dejado desayunar gracias a su nerviosismo. Se ha vestido con unos vaqueros muy ajustados de color oscuro, una camisa azul brillante y unas manoletinas marrones con un lazo negro.

Alberga sobre sí misma mucha confianza si va bien vestida, maquillada y peinada. Hoy, el maquillaje no es exagerado, su pelo de momento va suelto, pero cuando las clases den comienzo, irá recogido en una bonita cola de caballo.

Aún caen las últimas gotas de lluvia, pero, por suerte ha decidido coger su pequeño paraguas violeta, perfecto para alguien que camine solo. Se acuerda según abre el paraguas de cómo lo consiguió. Mira hacia la acera de al lado y se ve, a ella misma y a su padre, corriendo por las calles de San Sebastián:

- ¡Papá! Me estoy empapando.

- Fuiste tú la que miraste mal el tiempo...- Dice él, con una gran sonrisa en la cara.

- Ni me lo recuerdes...

Ríe contemplando esa escena del pasado: prefirió no escuchar el telediario, ni hacer caso a su móvil, ya que muchas veces fallaba. Pero aquella vez tenían razón.

Cambia de pensamiento por unos gruñidos procedentes de su tripa. Se para justo delante de una pastelería aún cerrada y observa el escaparate.

No hay tiempo que perder, éste nunca sobra, siempre falta. Un desayuno rápido en el primer bar que encuentra antes del Conservatorio. Está en una pequeña plazoleta situada entre calles, después de la catedral, un sitio bastante conflictivo para llegar, ya que es fácil perderse.

El café es pequeño y acogedor, inspira el perfume embriagador del café, y olor a vainilla que hay en el local. La barra tiene como adorno un mural completo del marido de Frida Kahlo, en las paredes hay muchos cuadros de esta misma pintora, los reconoce muy bien porque hace poco visitó una exposición de esta brillante mujer. Todo tiene un ambiente exótico con un pequeño toque europeo. La música es latino-americana, lo que le da el maravilloso final. Mira a la mujer encargada de la barra, para que ella se de cuenta de que tiene una nueva cliente.

- ¿Desea tomar algo?

- Sí, por favor, un té rojo y algo de comer.

- Tenemos unos croissant recién hechos, son deliciosos.

- Perfecto entonces, muchísimas gracias.

La señora sonríe mientras hace un gesto de asentimiento con la cabeza, se gira, y comienza a preparar el desayuno.

No ha dejado por un momento de pensar lo que ocurrió anoche, mientras busca una mesa saca de su bolso un cuaderno de notas y su bolígrafo favorito para escribir. La camarera le deja el desayuno encima de la mesa, le da las gracias y se va hacia la barra.

Abre su cuaderno y busca la última hoja que escribió, la pasa y ve la primera hoja en blanco, abre el bolígrafo y comienza a escribir.

Después de un año ese sueño se sigue repitiendo, le veo a ella tumbada en aquella cama y me veo jugando con aquel ratón.

No comprendo porqué siempre decimos lo mismo, ni porqué nunca me puedo despedir de ella, aún sigo esperando ese momento.

Para y sorbe el té. Le gusta su sabor, es amargo, pero el azúcar consigue darle el dulzor que necesita. La mezcla perfecta.

Abuela, voy a conseguir volver al sueño para descubrir qué falló, y quién fue.

Recoge sus cosas con dirección a la barra para pagar.

- Pues es un euro con ochenta céntimos.

- Gracias, tiene un local muy bonito.- Dice mientras paga.

- A ti, corazón.- La señora agarra una escoba y comienza a barrer tarareando la canción que suena en ese momento.

Aire fresco, sonrisa repuesta. Por fin va a conseguir saber qué pasó. Su cara cambia por completo cuando mira el reloj.

"¡Madre mía, es tardísimo!... ¡Cinco minutos y leerán la lista, y aún no estás allí!... Qué desastre chica, qué desastre..."